miércoles, 3 de junio de 2009

"Pero no importó, pues me sentí valiente de por fin haberle hablado ... "

Estuve sentado por un buen rato en mi sillón inseguro y preocupado sobre lo que podría pasar si alguien se lograra enterar sobre lo que presumo que será el resultado de esa larga y bien caleta prueba. Luciana era una de las chicas que siempre me había gustado desde la primaria y ahora secundaria. Tal vez por haber tenido rasgos -muy notables- que no le parecieron tentadores fue la razón por la que fui obviado de su vida… totalmente olvidado… y marginado. No lo aguantaba más, entonces fue cuando decidí recuperar aquellas cualidades – netamente físicas- con la prioridad de sentirme más seguro y de paso ser notado por ella, Luciana. Fueron varias semanas de sacrificios extremistas que varias veces me hicieron desesperarme y también descontrolarme y salirme de aquella promesa que me hice para antes de la apertura escolar… sea como haya sido el caso, con tropezones y levantadas, lo pude conseguir. A inicios de clases se me dio por hablarle – situación en la que nunca había estado-. “Hola.. ¿Qué tal el verano?” –le pregunté- . Ella me respondió con un cálido: “Ahí… caluroso”. No lo podía creer… me habló, fueron como 5 segundos… pero no importó, pues me sentí valiente de por fin haberle hablado y recompensado por esa corta respuesta que me dio mientras me miraba. Todo transcurrió normal - justo como lo quería-. Le hablaba esporádicamente para que se diera cuenta de que existo y para que se acuerde de mi nombre. Después de varios meses se nos asignó formar grupo de dos, yo pensé en escoger a Roger, mi mejor amigo… pero de pronto alguien me tocó el hombro, volteé y por más poco realista que me haya aparecido en ese momento me sentí afortunado y a la vez feliz. La que me había tocado el hombro fue Luciana – no sabía las intenciones de ella pero estaba seguro que algo bueno iba a pasar-. “Hola… disculpa no sé tu nombre, pero Carolina no vino a clases hoy y todos ya tienen compañeros para el trabajo… pero yo no, entonces me preguntaba si podrías ser mi compañero de trabajo, ¿Tú sabes de lo que dejó como tarea, verdad?” – me preguntó- . De hecho que se estaba aprovechando de mis destrezas en el curso del que el profe nos dejó la tarea, la cual por cierto Luciana no era necesariamente una cerebrito, pero no importaba cuales eran las intenciones… ni siquiera si sabía mi nombre o no, lo que importaba en esos momentos era que ese día me iba a ir a su casa a desarrollar el trabajo. “No, no tengo y… sí claro, me gustaría ser tu pareja…. Compañero de trabajo” - le dije- . “Entonces… ¿Hoy en mi casa a las 5:30” - me preguntó-. “Sí… ahí estaré” - le contesté-. Durante las 5 horas que sobraban de clases, Luciana, no me dirigía la palabra ni siquiera me miraba… “pero que importa, hoy estaré en su casa” me decía constantemente para recuperarme de esos lapsos de tristezas al ver que parecía un perro ignorado. Salí de la escuela y automáticamente comencé a hacer ejercicios - quería verme coloso-. Llegó la hora… a las cinco y treinta toqué el timbre de su casa y ella me abrió… me dio un beso y me dijo que subiera, que esperara ahí y que después ella iría a bajar. Yo le hice caso, estuve esperándola por más de 15 minutos, después ella entró al cuarto donde me encontraba y me dijo:”De acuerdo… comencemos entonces”. Ella parecía demasiada incómoda con mi presencia, pero se forzaba para que no me diera cuenta por algunos ratos. Estuvimos trabajando, ella se rió por un chiste que le conté y el ambiente se puso más jovial. Entonces me solté más y me sentí más seguro. Cuando terminamos el trabajo ella me comentó que sus viejos habían salido… me sorprendí algo y sobre todo no quise apresurarme ni alterar esa oración, pues era un hecho que eso no iba a pasar porque sólo nos habíamos conocido 2 horas. Ella me comunicó que subiéramos a su cuarto… pues tenía fotos que mostrarme. Al entrar a su cuarto encontré varios peluches, pero nada de fotos. Me comentó además que se sentía apenada al no haberme hecho caso durante todo ese tiempo que me ignoró. Hubo esas miradas que duran 20 segundos que eventualmente terminan en… ustedes ya lo saben. Cada vez nos acercábamos más. Ella me dio un beso… me sentí en apuros… no sabía qué hacer… hasta que ella me dijo : “Quítate el polo”. Yo nerviosamente accedí a su mandato. Estuvo algo extraño, todo fue tan rápido… pero lo había conseguido… por fin ya no era puro y lo mejor fue que lo pude hacer con la chica de mi sueños. A partir de ese día y durante todo un mes lo repetimos. Ella era distinta conmigo en la escuela y en su casa - donde lo hacíamos-, pero a esta altura ya no me importaba mucho que a ella sólo le sirviera como un juguete sexual. La semana pasada ocurrió algo que me preocupó bastante, ella vomitó dos veces, el mismo día, durante la clase de inglés. No pensé que se encontraba embarazada… no quería hacerlo. Entonces Luciana me llamó por teléfono el siguiente día y me preguntó si tenía dinero para una prueba de embarazo, yo le dije que no. Ella colgó y después de ese día, Luciana, no apareció por la escuela. No la quise visitar ni llamar, porque sabía lo que estaba sucediendo... así que me quedé sentado preocupado por la respuesta. El sábado me llamó Carolina, su mejor amiga, y me contó la noticia más inesperada de todo ese mes: “Encontraron a Luciana muerta en su cuarto, tienes que venir… todos los del salón han llegado”. Me sentí culpable… no lo podía soportar. No sabía exactamente por qué lo hice, pero si llegaran a la conclusión de un embarazo como resolución de su muerte, mi vida iría a terminar. Hoy me llamaron y me citaron con la policía del caso de Luciana para testiguar... o mejor dicho a obligarme decir que todo esto fue culpa mía y que iría a parar a la cárcel. Lo único que quiero ahora es pensar que todo esto fue un sueño… un extraño sueño. Cerré los ojos y volví al mismo lugar donde me encontraba antes, en mi cuarto, preocupado por lo que me irían a preguntar la policía.

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