jueves, 26 de noviembre de 2009

HUEVÓN POR ILUSO


Huevón por iluso. Eso fue lo que me dije durante toda la noche del martes. Pensé que realmente lo sabía todo… pero no… no tenía la más mínima idea de quien lo había agregado al facebook, o al msn ni sobre los posteos del blog… fue prácticamente una pérdida de tiempo lo que escribí.

Lo que pasó el martes fue algo que debí hacerlo desde el principio… sin rodeos… sin tener ninguna presión por lo que iría a pasarme. Pues finalmente lo hice…. Todo estuvo absolutamente normal… fue como si supiese con quien estaba hablando pero… no quería entrar en detalles tan de pronto… porque también se sentía tan incómodo como yo en esos momentos. Fueron más de 20 minutos que transcurrieron con suma normalidad. No tuve miedo a nada. Pero… después de conversar sobre cosas que anticipaban el objeto central del chat… me preguntó por mi apellido y quien era. Putamare… ¿No sabe quién soy?... o tal vez... esto se trate de una pregunta con truco… tal vez sólo quería sacar mucha más información sobre mí si es que se hacía el desentendido con respecto a quién soy yo. Le di mi apellido y le dije que nos conocemos de la USAT. Minutos más tarde se fue de conexión. Me puse a pensar por qué me preguntó por mi apellido y sobre todo por qué le di mi verdadero apellido. Al día siguiente le dije a Teto que a partir de esos momentos soy Diego Vargas Vargas y él Cesar Tuesta. Teto se cagó de risa… y yo le dije: no es un chiste huevón… estoy preocupado. Era miércoles… y los miércoles sólo tenemos asesoría… así que terminamos temprano las clases. Sabía que si iba a pasar por el kiosko ésa persona iba a estar en ése lugar también. Fue una decisión algo difícil puesto a que sabía a lo que me estaba exponiendo pero que iba a hacer… tenía hambre y quise comprar el tan rico green tea. Pasé por ahí dos veces. Al pasar por el pasadizo vi a ésa persona… entonces quise ignorarlo como para que no sospechase de nada… hasta le quise pedir a Teto que dijese en voz alta mi nuevo apellido: Vargas Vargas… para despejar cualquier duda. Cómo no quise llamar mucho la atención, nos fuimos a sentar en las bancas del patio al frente del edificio nuevo… algo lejos de donde ésa persona estaba, pero no tanto como para que no me viese. Teto tuvo que acompañar a la prima Cindy a un lugar – fácil a un hotel -, entonces me quedé sólo con Miriam y comencé a hablar con ella, habíamos discutido por algo muy infantil que hice… pero como somos amigos, nos pudimos comprender. No puedo mentir… en todos eso 20 minutos que conversamos, lo veía a veces… y no sé… fácil que fue recíproco. Me dio algo de risa ver a ésa persona volteado, mirando hacia atrás de donde sus amigos estaban conversando, y sin hacer caso a nadie… simplemente pensando… o contando cuantas escaleras hay desde el primer piso hasta el cuarto. No estoy seguro cuanto tiempo estuvo meditando o cuantas veces había subido y bajado las escaleras con su mente para estar bien seguro de la cantidad de escalones que esta presenta… pero parecía tan indiferente… tan extrañado… tan… tan peculiar. Hubo otras dos o fácil tres ocasiones en las que cruzamos miradas claro que me hice el de la mirada perdida… el que no estaba mirando a un punto en específico sino al vacío… pero en realidad pude ver a ésa persona por varios segundos. Después de haber terminado de hablar con mimi… ella me sugirió que buscásemos a Cesar y Cindy… pero… si le decía que sí, iríamos a pasar por el lado de ésa persona… tuve miedo y algo de adrenalina…entonces finalmente decidí acompañar a mimi a buscarlos. Justo cuando estábamos por su lado, comencé a tararear la canción del Perro Bingo, lo que me hizo concentrar más en seguir el ritmo que pensar en que me pudiese ver. Cuando vimos a Cesar y Cindy acompañados de Carito, decidimos regresar a la Universidad… eso significaba que iba a pasar de nuevo por su lado. Terminando el pasadizo cambié de canción para poder concentrarme porque ésa persona estaba así de cerca. A continuación Carito nos dijo que la dejáramos en el salón que le tocaba Administración así que tuvimos que dar media vuelta y el mismo cuento se repitió de nuevo. Al bajar las escaleras tuve que hacerme notar hablando en voz alta… pues ya habíamos hecho contacto visual y no quería parecer muy obsesionado con tantas vueltas que di por su lado.

Al final de esa mañana, lo vi de nuevo… ahora sí cara a cara… sin ningún amigo… entonces noté una incomodidad mezclada con una extrañeza de saber qué había detrás de esto y quién era yo. Ése momento duró sólo 3 segundos.

Hoy día – jueves- al momento de bajar las escaleras para llegar al primer piso, pasé por el piso en donde estudia esa persona… y al ver gente paradas justo al lado de su salón… tuve la impresión de que se encontraba ahí… entonces lo que hice fue no mirar a nadie… sólo al piso, entonces Yober, quien me acompañó a las fotocopiadoras, pronunció mi apodo: chicho y después de eso escuché: “Ah mira… le dicen chicho”.

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